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Reforma No, Justicia Si: Enrique Santos Molano

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Reforma no, Justicia sí

Por: Enrique Santos Molano

Eliminar el Consejo Superior porque algunos de sus miembros son corruptos, es algo tan tonto como arrancarse una oreja porque le han salido pelitos. Cortemos los pelitos.

Pocas veces he visto tanta unanimidad de opiniones, de la ciudadanía y mediáticas, en torno a un asunto de interés nacional como es el de la reforma de la justicia, proyecto presentado por el Gobierno al Congreso. Excepto el Gobierno, el Congreso y la Corte Suprema, directos beneficiarios de la reforma, el país entero ve en el proyecto (a dos debates de ser aprobado) un esperpento jurídico que atenta gravemente contra la democracia y contra el Estado  de Derecho.

Los columnistas, en los diferentes diarios colombianos, haciéndose eco del clamor nacional han pedido al Gobierno que retire la reforma. Aún está a tiempo. Ese proyecto, que institucionaliza la impunidad y que acaba con la independencia del poder judicial, no causará sino daño. Dentro de cuatro o cinco años sus consecuencias serán de tal gravedad, que el país en masa impondrá una contrarreforma para recuperar la administración de justicia, aniquilada por el proyecto en discusión, si se convierte en ley.

No es que la actual administración de justicia carezca de graves defectos, atribuibles a fallas humanas y no a las instituciones en sí mismas. Por ejemplo, se va a eliminar el Consejo Superior de la Judicatura, con el pretexto de que uno o más magistrados (de la sala Disciplinaria) ha cometido actos de corrupción y utilizado sus magistraturas en beneficio propio. Sin duda así es; pero no se ha demostrado que el Consejo Superior de la Judicatura, como tal, sea una institución inoperante. Todo lo contrario. No obstante las fallas de algunos magistrados, el Consejo Superior cumple a cabalidad con las funciones para las que fue creado por una sabia disposición constitucional. De modo que eliminar el Consejo Superior porque algunos de sus miembros son corruptos es algo tan tonto y contraproducente como arrancarse una oreja porque le han salido pelitos. Cortemos los pelitos y queda remediado el problema de la oreja. Saquemos a los magistrados corruptos, y el Consejo Superior seguirá siéndole útil e indispensable a la administración de justicia.

Que el Consejo Superior de la Judicatura es una institución de máxima eficiencia está demostrado (sin retórica, ni argumentos artificiosos, ni artificiales) en el 'Informe al Congreso de la República sobre el estado actual de la Administración de Justicia' (Imprenta Nacional, 2012), un trabajo de 170 páginas que, si como es su deber ineludible, es leído con atención analítica por los honorables congresistas, por el afamado jurista que hoy desempeña el Ministerio de Justicia, y por el alto gobierno, entenderán el gravísimo error que está a punto de cometerse, y se apresurarán a retirar a toda velocidad el esperpento denominado "Proyecto de reforma de la justicia". No creo que el presidente Santos quiera cargarle a su gobierno, por tantos motivos benemérito, la responsabilidad histórica de haber patrocinado el apabullamiento de la justicia, que les franquearía las puertas a regímenes dictatoriales.
En cuanto a la Honorable Corte Suprema, no quiero ni perder el tiempo recomendándole la lectura del mencionado informe del Consejo Superior al Congreso de la República. No hay peor sordo que el que sólo oye lo que quiere oír. Y los honorables magistrados de la Suprema no quieren oír de nada que no sea el alargue de sus períodos a doce años y el estiramiento de sus edades de retiro de 65 a 70 años. Habrá que suministrarles también un cirujano plástico.

El país no espera del gobierno de la Prosperidad Democrática que se incremente la impunidad, sino que se incremente la justicia.

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